viernes, 14 de octubre de 2011

BATALLA OFENSIVA DEL TET

La ofensiva del Tet fue una operación militar planificada por el gobierno de Vietnam del Norte y ejecutada por el EVN, (Ejército de Vietnam del Norte) y el Vietcong en 1968 contra las fuerzas aliadas lideradas por Estados Unidos, especialmente el ARNV, (Ejército de Vietnam del Sur), durante la guerra de Vietnam.
La planificación de la ofensiva fue meticulosa y la ejecución bien realizada;[cita requerida] pero los resultados militares resultaron desastrosos; no así las consecuencias políticas, especialmente en Estados Unidos. La gran cantidad de soldados norteamericanos muertos durante la ofensiva, unos 1000, no fue digerido por el pueblo estadounidense. El rechazo a la guerra en Estados Unidos se acrecentó y ello supuso un giro de la guerra hacia la derrota de la coalición. Algunos autores consideran que se trató de una derrota táctica, ya que además de morir decenas de miles de combatientes norvietnamitas, perdieron la totalidad de lo conquistado. Sin embargo, se considera que fue una victoria estratégica debido al ulterior cambio que provocó en la estrategia militar norteamericana.




Objetivos
La ofensiva del Tet tiene un precedente en la Guerra de Indochina cuando el Viet Minh anunció con gran despliegue propagandístico que Ho Chi Minh estaría en Hanoi para celebrar el año nuevo lunar vietnamita (fiesta del Tết, o Tết Nguyên Dán). Más de diez años después los preparativos fueron más discretos; en julio de 1967 Hanoi citó a sus diplomáticos para una reunión donde se decidiría esta ofensiva.
Al mismo tiempo se entablaron contactos con el FLN (el Vietcong) para realizar las ofensivas conjuntamente.
Las dos fuerzas deberían ejercer una presión tal sobre el ejército del Sur que se desmoronaría y la victoria, si no completa, estaría mucho más cerca.

La campaña de distracción
Para tener ocupadas a las tropas estadounidenses y vietnamitas y lograr una gran sorpresa Hanoi preparó tres grandes operaciones:[cita requerida]
  • Campaña diplomática ofreciendo nuevas propuestas de paz que desconcertaron al equipo del presidente Lyndon B. Johnson sobre lo que realmente estaban preparando.
  • La fecha para lanzar la operación fue escogida meticulosamente: En esos días muchos soldados del Sur estarían de permiso.
La CIA y otros servicios habían percibido algunos de estos síntomas y habían informado de ello, pero los informes no fueron tenidos lo suficientemente en cuenta por incompletos.

 La ofensiva

El 21 de enero comenzó el sitio de Khe Sanh y los informes sobre preparativos de una gran ofensiva ya no  Los ataques
El 30 de enero soldados comunistas comenzaron a infiltrarse entre los campesinos de seis provincias distintas para después atacar edificios gubernamentales y cuarteles con armas portátiles y granadas de mortero. Se puso en alerta a todas las fuerzas estadounidenses y se pensaba hacer volver a las vietnamitas, pero por la noche la mayoría de los infiltrados habían caído o habían sido hechos prisioneros, por lo que se creyó que aquello no eran los preludios de la gran ofensiva anunciada por los servicios de inteligencia.
La noche del 30 y el día 31, de repente, 84.000 combatientes, comandados por los dirigentes Chi Fu Lua y Ho Chi Min reanudaron los ataques por todo el país. Al día siguiente, 1 de febrero, los comunistas ya estaban dentro de Saigón, habían atacado 36 de las 44 capitales de provincia, cinco de las seis ciudades autónomas y 64 de las 242 capitales de distrito. Durante los fuegos artificiales o poco después fueron atacados los principales cuarteles, la Junta de Jefes, la Emisora Nacional de Radio, el cuartel general del ARNV y varias embajadas. Pero una de la que más repercusiones ocasionó posteriormente fue el asalto a la embajada de Estados Unidos por un comando de 19 vietcongs.
La ciudad imperial de Vietnam, Huế, quedó totalmente en poder de los comunistas. Incluso las zonas consideradas seguras también fueron atacadas. Así la provincia costera al sur de Saigón fue tiroteada, el hospital acribillado y varias granadas impactaron junto al edificio.
En el resto del país los guerrilleros se atrincheraban en las posiciones tomadas y aguardaban el contraataque con todas las armas a su alcance.
La sorpresa fue casi total,[cita requerida] pese a las sospechas fundadas que había. El ejército de Vietnam del Sur estaba sintiéndose desbordado; pero aún los oficiales incompetentes seguían fuera de sus puestos, sin dirigir las operaciones. No obstante, para los estadounidenses aquellos ataques constituían una oportunidad de descargar su inmensa potencia de fuego sobre un enemigo atrincherado en lugar de oculto entre la maleza. Esta situación no estaban dispuestos a desaprovecharla.

[editar] Los contraataques

El ejército de Estados Unidos y el ARNV lanzaron contraataques generalizados con artillería, carros de combate y helicópteros incluida la propia capital.[4] Todas las fuerzas disponibles fueron movilizadas y puestas a combatir para ir recuperando poco a poco el terreno perdido, empezando por la capital y continuando por las otras provincias.Hué fue de las últimas, pero finalmente también se reconquistó a un precio inmenso de destrucción. Stanley Kubrick lo mostró en su película Full Metal Jacket.
Los soldados regulares del Norte resistieron, pero más resistieron los guerrilleros del Vietcong que no fueron auxiliados ni reemplazados. En combates como éstos se forjó el legendario cuerpo de los Pijamas Negros, los miembros del Vietcong que vestían esta prenda tradicional vietnamita y que se encadenaban a los árboles, arrojaban lejos la llave y combatían con su fusil o subfusil sin posibilidades de retirada ni rendición.[5]
Pese a todo, la inmensa potencia de fuego que podían desplegar los helicópteros estadounidenses y sus blindados hacía que casi cualquier posición fija fuera indefendible, cosa que ya conocían los vietnamitas por batallas como la batalla del valle de Ia Drang o la operación Starlight.
Los combates resultaron muy duros y la destrucción que sufrieron las ciudades por el empleo de armas pesadas fue muy grande.[cita requerida] El ejemplo más dramático lo constituyó la ciudad imperial de Hué, que quedó prácticamente arrasada.[cita requerida] Pero, salvo casos como ése, en pocas horas, a lo más algunos días, la totalidad de lo perdido estaba recuperado.[cita requerida]
La embajada de Estados Unidos se recuperó rápidamente porque el comando vietcong no logró ni siquiera cruzar el jardín.[cita requerida] Las demás ciudades tardaron un poco más, quizá la última fue la de Hué, que ocuparon totalmente el 23 de febrero. A finales de marzo la actividad había decaído bastante.

BATALLA DE TERMOPILAS


La Batalla de las Termópilas fue una batalla de la Segunda Guerra Médica en la que se enfrentaron una alianza de poleis griegas lideradas por Esparta y el Imperio persa de Jerjes I.
Se desarrolló durante tres días en el paso de las Termópilas (cuyo nombre se traduce por Puertas Calientes - de θερμός,-ή,-όν caliente y Πύλη,ης puerta; derivaba de los manantiales cálidos que existían allí), en agosto o septiembre de 480 a. C. (en las mismas fechas en que tenía lugar la batalla de Artemisio).
La invasión persa fue una respuesta tardía a la derrota sufrida en la Primera Guerra Médica, que había finalizado con la victoria de Atenas en la batalla de Maratón.

 Jerjes reunió un ejército y una armada inmensas para conquistar la totalidad de Grecia y, como respuesta a la inminente invasión, el general ateniense Temístocles propuso que los aliados griegos bloquearan el avance del ejército persa en el paso de las Termópilas, a la vez que bloqueaban el avance de la armada persa en los estrechos de Artemisio.


Un ejército aliado formado por unos 7.000 hombres aproximadamente marchó al norte para bloquear el paso en el verano de 480 a. C. El ejército persa, que conforme a las estimaciones modernas estaría compuesto por unos 300.000 hombres, llegó al paso a finales de agosto o a comienzos de septiembre. Enormemente superados en número, los griegos detuvieron el avance persa durante siete días en total (incluyendo tres de batalla), antes de que la retaguardia fuera aniquilada. Durante dos días completos de batalla, una pequeña fuerza comandada por el rey Leónidas I de Esparta bloqueó el único camino que el inmenso ejército persa podía utilizar para acceder a Grecia. Tras el segundo día de batalla, un residente local llamado Efialtes traicionó a los griegos mostrando a los invasores un pequeño camino que podían utilizar para acceder a la retaguardia de las líneas griegas. Sabiendo que sus líneas iban a ser sobrepasadas, Leónidas despidió a la mayoría del ejército griego, permaneciendo para proteger su retirada junto con 300 espartanos, 700 tespios, 400 tebanos y posiblemente algunos cientos de soldados más, la mayoría de los cuales murieron en la batalla.


Tras el enfrentamiento, la armada aliada en Artemisio recibió las noticias de la derrota en las Termópilas. Dado que su estrategia requería mantener tanto las Termópilas como Artemisio, y ante la pérdida del paso, la armada aliada decidió retirarse a Salamina. Los persas atravesaron Beocia y capturaron la ciudad de Atenas, que previamente había sido evacuada. Sin embargo, buscando una victoria decisiva sobre la flota persa, la flota aliada atacó y derrotó a los invasores en la batalla de Salamina a finales de año. Temiendo quedar atrapado en Europa, Jerjes se retiró con la mayor parte de su ejército a Asia, dejando al general Mardonio al mando del ejército restante para completar la conquista de Grecia. Al año siguiente, sin embargo, los aliados consiguieron la victoria decisiva en la batalla de Platea, que puso fin a la invasión persa.
Tanto los escritores antiguos como los modernos han utilizado la batalla de las Termópilas como un ejemplo del poder que puede ejercer sobre un ejército el patriotismo y la defensa de su propio terreno por parte de un pequeño grupo de combatientes. Asimismo, el comportamiento de los defensores se ha utilizado como ejemplo de las ventajas del entrenamiento, el equipamiento y el uso del terreno como multiplicadores de la fuerza de un ejército, y se ha convertido en un símbolo de la valentía frente a la adversidad insuperable.


BATALLA DE STALINGRADO

La Batalla de Stalingrado fue un enorme y sangriento enfrentamiento entre las fuerzas alemanas y los ejércitos soviéticos por la ciudad de Stalingrado, actual Volgogrado, entre junio de 1942 y febrero de 1943, durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Con bajas estimadas de tres a cuatro millones de personas, entre soldados de ambos bandos y civiles, la Batalla de Stalingrado es considerada como la más sangrienta en la historia de la humanidad. Los alemanes la llamaron «Rattenkrieg», «guerra de ratas».
Después de que Adolf Hitler desviase fuerzas de la imparable Fall Blau hacia Stalingrado, se libraron dentro de la ciudad intensos combates urbanos, sin que ningún bando se hiciese con el control total de las ruinas. En noviembre de 1942, una contraofensiva soviética atraparía al 6º Ejército Alemán, que sería aniquilado cien días después.
La negativa de Hitler a renunciar a la importantísima ciudad, punto de entrada a la rica región petrolera del Cáucaso, significó la muerte de cientos de miles de soldados de ambos bandos, y más de un millón de civiles rusos. Stalingrado significó el fin de las esperanzas alemanas de capturar el Cáucaso y el Volga. Además, muchos oficiales del ejército alemán se convencieron definitivamentede que Hitler estaba llevando a Alemania al desastre, participando luego en el atentado contra Hitler de 1944.
Stalingrado confirmó lo que muchos expertos militares sospechaban: las fuerzas alemanas no eran lo suficientemente poderosas como para mantener una ofensiva en un frente que se extendía desde el mar Negro hasta el mar Báltico.



Invasión de la Unión Soviética
Artículo principal: Operación Barbarroja
Influido por Karl Haushofer, Adolf Hitler pensaba convertir las tierras de la Unión Soviética en colonias alemanas.[2] Entre 1939 y 1941, la Alemania Nazi estuvo ocupada luchando con sus acérrimos enemigos del Occidente: Francia y el Reino Unido (véase Batalla de Francia y Batalla de Inglaterra); no obstante, Hitler nunca perdió de vista su verdadero objetivo: el este de Europa.

El 22 de junio de 1941, Alemania invadió la Unión Soviética, incluso cuando Inglaterra no había sido derrotada. Hitler, convencido de la debilidad soviética, creía que la invasión concluiría antes del invierno y prohibió a sus generales pensar de otra manera.[3] De esta forma, un día antes de la invasión, 3.050.000 soldados alemanes esperarían el inicio de la mayor operación militar hasta la fecha, distribuidos desde Finlandia hasta el mar Negro.[4] Unos 950.000 soldados de otras naciones aliadas de Alemania, acompañaban a los alemanes. Estas tropas desempeñarían un papel fundamental en el desastre alemán en Stalingrado, un año y medio después.


Para diciembre de 1941, era claro que el rumbo de la guerra en la Unión Soviética no era el que el Alto Mando Alemán había planeado, debido a que Leningrado y Sebastopol continuaban resistiendo en el norte y el sur respectivamente[5] y la ofensiva contra Moscú había llegado a un punto muerto.

BATALLA DE AUSTERLITZ


La Batalla de Austerlitz (también conocida como la Batalla de los Tres Emperadores) tuvo lugar el 2 de diciembre de 1805, en la pequeña población austríaca de Austerlitz a 5 km de la ciudad de Brno, en la actual República Checa. Fue una de las principales batallas de las Guerras Napoleónicas y es considerada por muchos como el mayor triunfo militar de Napoleón. La batalla se libró durante el período de la Guerra de la Tercera Coalición. En el conflicto participaron fuerzas del recientemente formado Primer Imperio Francés, contra los ejércitos del Imperio ruso y el Imperio austríaco. Tras unas nueve horas de combate, las tropas francesas al mando del Emperador Napoleón I lograron obtener una victoria decisiva sobre el ejército austrorruso, comandado por el zar Alejandro I. A pesar de las dificultades de la lucha en varios sectores, la batalla es a menudo considerada como una obra maestra táctica.


La batalla de Austerlitz terminó de manera efectiva con la Tercera Coalición. El 26 de diciembre de 1805, Austria y Francia firmaron el Tratado de Presburgo, que terminaba con la guerra y reforzaba los anteriores tratados de Campo Formio y de Lunéville, obligaba a Austria a ceder territorios a los aliados alemanes de Napoleón e imponía una indemnización de 40 millones de francos a los derrotados Habsburgos. A las tropas rusas se les permitió regresar a su país. La victoria de Austerlitz también permitió la creación de la Confederación del Rin, una colección de Estados alemanes que separaba a Francia del resto de Europa, como una barrera. En 1806, el Sacro Imperio Romano dejó de existir cuando el Sacro Emperador Romano, Francisco II, mantuvo el nombre de Francisco I de Austria como su único título oficial. Estos logros, sin embargo, no establecieron una paz duradera en el continente. Después de Austerlitz, la preocupación de Prusia ante la creciente influencia francesa en Europa Central desencadenó la Guerra de la Cuarta Coalición en 1806.


Los ejércitos de Austria y Rusia
El ejército ruso en 1805 tenía muchas características de la organización del viejo régimen: no había formación permanente por encima del nivel regimental, los oficiales veteranos eran reclutados de los círculos aristocráticos, y el soldado ruso común, apegado a la costumbre del siglo XVIII, era regularmente golpeado y castigado con el fin de disciplinarlo. Además, muchos oficiales de bajo nivel estaban pobremente entrenados y tenían dificultad en dirigir a sus hombres, especialmente en complejas maniobras requeridas en batalla. Sin embargo, los rusos contaban con artillería de primera calidad, manejada por hombres que por lo regular luchaban para evitar que estas armas cayeran en manos enemigas.


El Archiduque Carlos, hermano del emperador austríaco, había iniciado una serie de reformas en el ejército austríaco en 1801, quitando poder y atribuciones al Hofkriegsrat, el concilio político-militar responsable de la toma de decisiones dentro de las fuerzas armadas austriacas. Sin embargo, el archiduque no era popular en la corte real y perdió mucha de su influencia cuando, en contra de su consejo, Austria declaró la guerra a Francia. Karl Mack se convirtió en el principal comandante del ejército austriaco, instituyendo reformas en la infantería en vísperas de la guerra, que establecían que un regimiento debía estar compuesto por cuatro batallones de cuatro compañías cada uno, en lugar de la anterior organización que consistía en tres batallones de seis compañías cada uno. El cambio repentino se dio sin el entrenamiento de oficiales correspondiente, y como resultado, éstas nuevas unidades no fueron comandadas tan bien como pudieron haber sido. Las fuerzas de caballería austriacas se consideraban como las mejores de Europa, pero la separación de numerosas unidades de caballería para incorporarse a varias formaciones de infantería impidió que desplegaran su verdadero poder para enfrentarse con sus enemigos franceses.

BATALLA DE HASTINGS

BATALLA DE HASTINGS



La Batalla de Hastings fue un enfrentamiento decisivo entre las tropas de Harold II, último rey sajón de Inglaterra, y los invasores normandos del futuro Guillermo I de Inglaterra. Se decidió el 14 de octubre de 1066 en Hastings, cerca de Londres, y terminó con la aplastante victoria de Guillermo. Harold II murió en la batalla y con él el dominio sajón sobre Inglaterra, que a partir de entonces quedó unida políticamente al Ducado de Normandía, en el norte de Francia. Las disputas en torno al gobierno de este último territorio serían las causantes últimas de la Guerra de los Cien Años entre las coronas de Francia e Inglaterra.

Antecedentes
La primera invasión normanda se produjo en medio de serias disputas sobre quién debía ser el nuevo rey de Inglaterra. A la muerte de Eduardo el Confesor en 1066, el nuevo trono quedó vacante, ya que Eduardo no tenía hijos. Los nobles sajones se reunieron entonces en el Witenagemot (asamblea general) y eligieron como nuevo rey a Harold Godwinson, conde de Wessex y victorioso general en las guerras contra Gales y Escocia. A éste le unía además un ligero parentesco con Eduardo, pues era su cuñado.


Naturalmente, no todos veían esta sucesión con buenos ojos. Durante el reinado de Eduardo habían proliferado las rencillas entre los sajones y los normandos, los descendientes de los antiguos conquistadores vikingos de Inglaterra. El propio Eduardo se había mantenido en el trono gracias al apoyo danés, y también se encontraba emparentado con el duque Guillermo de Normandía (descendiente a su vez de vikingos y primo de Eduardo) y con Harald III, rey de Noruega y Dinamarca.
Guillermo de Normandía era bastardo y, por tanto, no podía acceder al trono. No obstante, Eduardo tenía tan buena relación con él que llegó a prometérselo antes de morir. Además de este pretexto, Guillermo contaba con la ventaja que le brindaba el apoyo de la Iglesia de Roma (que buscaba aumentar su influencia en un reino sin religión oficial como Inglaterra), de los nobles anglonormandos y de algunos sajones importantes, entre ellos Tostig Godwinson, conde de Northumbria y hermano de Harald.


Harald III fue el primero en mover ficha, invadiendo Inglaterra desde el norte con una flota de 300 barcos y 5.000 hombres, a los que se unieron los apoyos brindados por Tostig. Sin embargo, cuando su ejército marchaba hacia el sur para tomar Londres, los hombres de Harold II le salieron al encuentro y entablaron dura batalla sobre el puente de Stamford, cerca de York, el 25 de septiembre. La batalla de Stamford Bridge finalizó con una aplastante victoria de los sajones, en la que murieron 4.500 invasores noruegos (incluido Harald) y se destruyó el 90% de su flota; se la considera por ello el ocaso de las invasiones vikingas. Los escasos 500 supervivientes embarcaron en los 30 barcos restantes y volvieron a Noruega después de que el hijo de Harald, Olaf —que sobrevivió a Stamford Bridge, donde luchó junto a su padre—, firmara una declaración en la que se comprometía a no invadir Inglaterra jamás.


El peligro vikingo había quedado conjurado y ya sólo restaba esperar movimientos de Guillermo. Éste, quien ya estaba planeando la invasión mientras Harald y Harold aún combatían en la isla, reunió un ejército de 7.000 hombres que embarcaron en 600 naves con la finalidad de atravesar el Canal de la Mancha. Se desconoce el número de caballos que se incorporaron al ejército de Guillermo, pero se sabe que fue una gran cantidad, no acostumbrada en la logística de la época. Hasta entonces nadie había embarcado tantos equinos con vistas a una invasión pero, a pesar de las críticas, Guillermo fue consciente del importante papel de la caballería en las operaciones militares. Este hecho resultó, a la postre, decisivo en el enfrentamiento con los sajones y determinante para la victoria normanda. El 28 de septiembre desembarcó en Pevensey (Sussex). Al poner el pie en tierra, se cuenta que Guillermo perdió el equilibrio y cayó de bruces en la arena, frente a la mirada atónita de sus soldados. Éstos interpretaron la caida como un mal augurio en su invasión. No obstante, uno de sus nobles se apresuró a salvar la incómoda situación diciéndole «Ahora tiene en sus manos la tierra de Inglaterra». Frase de oportunidad que inspiró al Duque de Normandía, quien pronunció unas palabras para, dando solemnidad a tan involuntario acto, tomar posesión de Inglaterra en tanto sostenía en su mano un puñado de arena de la playa. Posteriormente, sus tropas se dirigieron al norte hasta Hastings, en el camino de Londres, donde decidió acampar. Se construyó entonces un fuerte de madera de gran tamaño como base para las tropas.

TRAFALGAR

TRAFALGAR  

La Batalla de Trafalgar fue una batalla naval que tuvo lugar el 21 de octubre de 1805, en el marco de la tercera coalición iniciada por Reino Unido, Austria, Rusia, Nápoles y Suecia para intentar derrocar a Napoleón Bonaparte del trono imperial y disolver la influencia militar francesa existente en Europa. Tuvo lugar cerca del cabo Trafalgar (provincia de Cádiz), donde se enfrentaron los aliados Francia y España (al mando del vicealmirante francés Pierre Villeneuve, bajo cuyo mando estaba por parte española el teniente general del mar Federico Gravina) contra la armada británica al mando del vicealmirante Horatio Nelson.
Los acontecimientos históricos que precedieron a esta batalla se han de encontrar en el intento frustrado por parte de Napoleón de invadir las islas Británicas, en el que la escuadra franco-española debía distraer a la flota británica y alejarla del Canal de la Mancha para dirigirla hacia sus posesiones en las Indias Occidentales. Este plan de distracción fracasó, y se agravó con la consiguiente derrota de Finisterre[3] (22 de julio de 1805). Tras esta derrota, la flota se dirigió al puerto de Cádiz, de donde zarparía el 19 de octubre hacia Trafalgar.

Trasfondo histórico y antecedentes
La reciente alianza entre Carlos IV de España y Napoleón I de Francia, merced a los tratados de San Ildefonso[4] (1796) y Aranjuez[5] (1800) firmados con la anterior República Francesa y por el interés de la recuperación de Gibraltar, obligaban a España no sólo a contribuir económicamente a las guerras de Napoleón, sino a poner a disposición de éste la Armada[6] [7] para combatir a la flota inglesa que amenazaba las posesiones francesas del Caribe.
Dado que la intención última que perseguía Napoleón al querer anular a la flota inglesa era abrirse camino para una futura invasión de las Islas Británicas, se urdió un elaborado plan para distraer a la marina inglesa mientras se efectuaban los preparativos de dicha invasión. Al tiempo que las numerosas tropas de infantería francesas se agrupaban en Boulogne-sur-Mer (cerca del paso de Calais) a la espera de transporte marítimo, la escuadra francesa al mando de Villeneuve se uniría con la española, iniciando una acción sobre las posesiones inglesas del Caribe que tenían como finalidad atraer al afamado almirante Nelson a la zona, alejándolo del Canal de la Mancha.
Nelson llegó finalmente a la isla de Antigua a principios de junio de 1805. Mientras tanto, la escuadra combinada dio media vuelta y abandonó el Caribe rumbo a la costa atlántica francesa. Pero al llegar a las costas gallegas, la combinada se encontró con la flota que mandaba el almirante Robert Calder, que, avisado del retorno de la flota mandada por Villeneuve, levantó el sitio sobre los puertos de Rochefort y Ferrol y marchó hacia el cabo Finisterre, donde ambas se enfrentaron el 22 de julio. Tras horas de combate, el almirante Calder manda cesar el fuego al echarse la noche.




A la mañana siguiente, con niebla y una confusión general, ambas flotas se encuentran a 27 km. de distancia. Calder, con dos navíos españoles capturados y evitando otro combate con la intención de no dañar más aún sus navíos, marcha rumbo norte. Villeneuve se dirige al puerto de La Coruña, donde llega el 1 de agosto, con la intención de reparar sus navíos. Desobedeciendo las órdenes de Napoleón —que le mandaban dirigirse a Brest y Boulogne— se dirige hacia el sur, refugiándose en el puerto de Cádiz, a donde llega el 21 de agosto.
Visto desde una perspectiva histórica es posible que esta retirada le sirviera a Napoleón para continuar en el poder, ya que es dudoso que, de haber embarcado a su Grande Armée[8] hacia Inglaterra, hubiera podido resistir a las fuerzas combinadas de Austria y Rusia que estaban preparando el ataque por el este y a las que, con posterioridad, vencería en la batalla de Austerlitz.[9] Por lo que sea, por suerte o por casualidad, la derrota que la flota combinada sufriría en Trafalgar afianzaría la posición de Napoleón en el continente. Aunque haber conseguido vencer a Inglaterra hubiera sido un gran espaldarazo a sus planes europeos, y todo un cambio de rumbo estratégico del continente. Quizás incluso hubiera anulado a rusos y austriacos, los cuales dependían del suministro marítimo británico, dado el bloqueo continental[10] existente. Con la flota franco-española atracada en el puerto de Cádiz, Napoleón cambió de estrategia y ordenó que se dirigieran a apoyar el bloqueo de Nápoles, al tiempo que enviaba un sustituto para Villeneuve, que había caído en desgracia a ojos del Emperador. La llegada del sustituto de Villenueve pudo ser uno de los motivos por el cual se adelantó la salida de la flota hacia Trafalgar.

Estado de la flota española

La reciente epidemia de fiebre amarilla que había azotado Andalucía entre 1802 y 1804 dejó a la flota española sin la cantidad suficiente de tripulantes, por lo que muchos de los marineros tuvieron que ser reclutados en una apresurada y obligada leva. Estos marineros eran de diversos orígenes: mendigos, campesinos, soldados de infantería... Por otro lado, el estado mismo de los buques era lamentable, tanto que algunos capitanes españoles habían sufragado de su bolsillo las reparaciones y la pintura de sus barcos para no quedar deshonrados ante los capitanes franceses. El marqués de la Ensenada consiguió, durante el reinado de Fernando VI, modernizar la vieja marina española y aumentar su prestigio, que ya se iba deteriorando. Además, a él se le debió la ampliación de los astilleros de Cádiz, Cartagena, Ferrol y La Habana, de donde salieron algunos de los barcos participantes en Trafalgar. La modernización de la Armada era una necesidad de urgencia, que si bien se mantenía en pie como para intentar defender el Imperio, ya no estaba en condiciones de sostener un combate a gran escala contra la más moderna de las flotas.
El general Mazarredo llegó a comentar lo siguiente acerca de la composición de la flota en su momento: «Llenamos los buques de una porción de ancianos, de achacosos, de enfermos e inútiles para la mar». Estas palabras serían más tarde refrendadas por el mayor general don Antonio de Escaño, que escribió en su Informe sobre la Escuadra del Mediterráneo lo siguiente: «Esta escuadra hará vestir de luto a la Nación en caso de un combate, labrando la afrenta del que tenga la desventura de mandarla». De forma que se puede observar la impresión pesimista que los oficiales de la flota española tenían antes de la batalla. Incluso los altos mandos españoles habían expresado las nulas posibilidades en un enfrentamiento directo contra la flota inglesa, y propusieron una estrategia de esperar en el puerto el paso del invierno, a la par que la flota inglesa podía verse debilitada en la mar mientras los bloqueaban y soportaban las tormentas que pudieran surgir.

BATALLA DE WATERLOO



GRANDES BATALLAS DE LA HISTORIA



PEARL HARBOR


El ataque a Pearl Harbor fue ejecutado por la Armada Imperial Japonesa en la mañana del 7 de diciembre de 1941. El ataque sorpresa a Pearl Harbor, en la isla de Oahu en Hawái, fue dirigido contra la Flota del Pacífico de la Armada de los Estados Unidos y las fuerzas aéreas que defendían la zona.
El almirante Isoroku Yamamoto planeó el ataque como el inicio de la Campaña del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial.
El objetivo del ataque, dirigido por el vicealmirante Chuichi Nagumo, era neutralizar la flota enemiga por un largo período, con el objetivo de ocupar las colonias occidentales en el sudeste de Asia, para poder romper el embargo económico al que Japón estaba siendo sometido desde el año anterior. Una vez debilitados los Estados Unidos militarmente, Japón buscaría negociar la paz con condiciones favorables. El Alto Mando japonés deseaba evitar una guerra larga, pero aunque el Imperio Japonés salió victorioso en la acción, no logró obtener una victoria decisiva.
El ataque destruyó 13 buques de guerra y 188 aeronaves, y mató a 2.403 militares y 68 ciudadanos estadounidenses. Sin embargo, los tres portaaviones estadounidenses de la Flota del Pacífico no estaban en el puerto y por lo tanto no fueron atacados. La flota estadounidense en el Pacífico tardó en recuperarse entre seis meses y un año. Los japoneses perdieron 64 militares.
Después del ataque, el presidente Franklin Delano Roosevelt declaró la guerra a Japón, y cuatro días después, Hitler declaró la guerra a los Estados Unidos. La opinión pública estadounidense vio el ataque como un acto de traición, y la fuerza aislacionista perdió el apoyo popular, que se volcó fuertemente a favor de la guerra contra las Potencias del Eje.








Planificación del ataque
Durante los años 30, la estrategia japonesa para una eventual guerra con los Estados Unidos consistía en permitir que la Armada estadounidense realizase el primer movimiento. Submarinos japoneses deberían hostigar a la flota estadounidense desde Pearl Harbor, disminuyendo la capacidad ofensiva de la misma. Los restos de las fuerzas navales estadounidenses serían destruidos en una gran batalla naval entre Saipán e Iwo Jima.[4]
En agosto de 1939, el almirante Isoroku Yamamoto fue designado Comandante de la Flota Combinada del Pacífico. En la primavera de 1940, Yamamoto decidió modificar el plan de guerra después de observar el progreso en las maniobras de portaaviones. Yamamoto sugirió que un único y fulminante ataque contra Hawái era una alternativa para intentar destruir la flota enemiga en el Pacífico, y ocupar las colonias europeas y estadounidenses de Asia y Oceanía mientras los estadounidenses reconstruían la flota. El almirante Yamamoto predijo con gran precisión que el Reino Unido, Francia y los Países Bajos no contaban con fuerzas para defender sus colonias debido a la guerra paralela en Europa.
Una estrategia similar, de un único ataque sorpresivo y decisivo, fue la que utilizó el almirante Heihachirō Tōgō, un héroe japonés, cuando atacó sin declaración de guerra a la flota rusa en Port Arthur, dando inicio a la guerra Ruso-Japonesa. Dicho ataque permitió que Japón tuviera la superioridad naval durante el resto de la guerra.
Un precedente más cercano se encontraba en la batalla de Tarento, donde unos cuantos biplanos Swordfish ingleses lanzaron un ataque desde un portaaviones, comandado por el almirante Andrew Browne Cunningham, mucho más cercano a los objetivos que la base principal británica en Alejandría, inhabilitando a la mitad de la flota italiana y forzando su retirada a Nápoles.
Yamamoto envió una delegación naval a Italia, que concluyó que una versión más grande y mejor apoyada que la brillante maniobra de Cunningham podría forzar a la flota estadounidense a retirarse hasta California, dando tiempo para alcanzar la "Gran Esfera de Co-Prosperidad del Sudeste Asiático", lo que implicaría tomar el control de las reservas petroleras de las Indias Orientales Holandesas, que permitiría incrementar la capacidad defensiva. Más importante aún, la delegación regresó a Japón con el secreto de los torpedos de poca profundidad que los ingenieros de Cunningham habían ideado.




A inicios de febrero de 1941, Yamamoto solicitó, de manera no oficial, al almirante Takijiro Onishi, Jefe del Estado Mayor de la 11ª Flota Aérea, que estudiara la posibilidad de realizar un ataque con portaaviones contra Hawái. Onishi se dirigió a su vez al legendario Minoru Genda, cuya opinión era altamente respetada debido a los resultados brindados por sus cazas en la guerra con China.
Genda determinó que el plan tenía posibilidades de éxito, pero era muy arriesgado. Esto fue suficiente para Yamamoto, que ordenó al capitán Kameto Kuroshima que organizara un plan detallado. Kuroshima entregó posteriormente un plan bautizado Operación Kuroshima, donde se indicaba que era necesario que la flota enemiga se encontrase en Hawái en el momento del ataque y que también era necesario que la flota de portaaviones nipona llegase hasta la base naval enemiga sin ser detectada. Yamamoto era consciente de lo arriesgado de su ataque y declaró:
Si fallamos, es mejor que finalicemos la guerra.
En abril, la Operación Kuroshima fue renombrada Operación Z, haciendo referencia a la bandera Z utilizada por el almirante Togo para indicar el inicio del ataque japonés en la decisiva batalla de Tsushima.
El contraalmirante Ryunosuke Kusaka, Jefe del Estado Mayor de la 1ª Flota Aérea, recibió las notas de la operación para que lo utilizase como plan operacional. Kusaka decidió reescribir el plan con la ayuda de los comandantes Tamotsu Oishi y Minoru Genda, quien ya había estudiado la viabilidad del mismo.
A inicios de septiembre, los estrategas de la Armada Imperial Japonesa entregaron los planes detallados de la operación. La decisión de usar cuatro portaaviones en lugar de seis fue polémica y generó la protesta de varios altos oficiales. El contraalmirante Tamon Yamaguchi, comandante de los dos portaaviones que habían quedado excluidos, el Hiryu y el Soryu, no sólo no se conformó con protestar ante el vicealmirante Chuichi Nagumo, sino que al rehusar éste último a acceder, Yamaguchi le aplicó una llave alrededor del cuello. La intervención de Kusaka logró calmar los ánimos, pero Yamaguchi no sufrió ningún perjuicio por su actuación. Días después, Nagumo decidió finalmente incluir los dos portaaviones de Yamaguchi.
El comandante de bombarderos del portaaviones Akagi, Mitsuo Fuchida, recibió el mando de todos los bombarderos de todos los portaaviones.
El entrenamiento para el ataque a Pearl Harbor se realizó en la isla Kyushu.
El ataque dependía de los torpedos, pero las armas de la época requerían de aguas profundas cuando eran lanzados desde el aire. El capitán Fumio Aiko diseñó un nuevo torpedo, Torpedo tipo 91, que podía ser arrojado en aguas poco profundas. Este torpedo causó la mayoría de los daños a las naves estadounidenses. Los técnicos de armas japoneses también produjeron bombas especiales de penetración de blindaje, al incorporar aletas en proyectiles navales de 14 y 15 pulgadas. Lanzadas desde 10.000 pies (~ 3000 m), serían capaces de penetrar las cubiertas blindadas de los destructores y cruceros estadounidenses estacionados en Pearl Harbor.
El 5 de noviembre de 1941, Yamamoto emitió una orden secreta, de 151 páginas, donde se indicaba la estrategia a seguir para invadir las colonias británicas y estadounidenses en el Lejano Oriente, mientras se realizaba el ataque a Pearl Harbor.